Comentario
Si en los palacios florentinos hubo almacenes en la planta baja hasta que se consideró poco adecuado para la nobleza alcanzada por los propietarios, también había almacenes en la planta inferior de los palacios venecianos. Los palacios venecianos no tuvieron que ser fuertes, pues se trataba de una ciudad protegida por la laguna. Las condiciones urbanas de la ciudad forzaron la disposición de estos palacios, que tendrán un mayor desarrollo en profundidad que en anchura, con un acceso principal delantero desde el agua y otro posterior, desde tierra, unidos por un gran portalón. Sobre éste se situaba un gran salón, con habitaciones a los lados, en el piso principal. En la parte del palacio que daba al canal, éste se abría a la ciudad mediante unas loggias que podían cerrarse con vidrios, sobre todo desde que a fines del siglo XIV la producción de Murano logró vidrios de dimensiones suficientes como para cubrir amplios vanos.
El conservadurismo de la arquitectura veneciana se dejó sentir también en el tema del palacio, así que hubo que esperar a fines de siglo para que las formas del nuevo arte penetraran en grandes casas venecianas. Un ejemplo de vacilación entre gótico y renacimiento es la Ca'Dario en el Gran Canal, obra de Pietro Lombardo. La riqueza cromática de la fachada responde más a la tradición veneciana que a los posibles gustos orientalizantes del propietario, Giovanni Dario, que había vivido un tiempo en Bizancio. Ese gusto por el color que llevó en algunos palacios a pintar las fachadas imitando mármoles, unido al protagonismo en éstas de las galerías abiertas, diferencia en gran manera la imagen del palacio veneciano de la del almohadillado palacio florentino. El primer arquitecto verdaderamente renacentista de Venecia fue Mauro Codussi, y a él se deben los dos palacios en los que la fachada se concibe en función de las proporciones y de la armonía entre las partes.
Lo mismo el palacio Corner-Spinelli, que el Vendramin-Calergi traducen al lenguaje veneciano la concepción albertiana de la arquitectura. Si en el segundo la cornisa recuerda a las florentinas, en ambos marca el eje central del edificio y su conjunto expresa aquel principio albertiano de que nada se puede añadir ni quitar sin romper la armonía del conjunto.